Hace poco más de 139 años el movimiento obrero inició la lucha contra tres elementos: la explotación laboral, los derechos sociales y el imperialismo.
En la actualidad, con la crisis en la que estamos, esta lucha se mantiene con parecidos parámetros: el monstruo de paro crece de forma alarmante hasta los 4 millones a pesar del “maquillaje” legal de cifras, la explotación laboral persiste con pérdida de derechos adquiridos hace décadas, los derechos sociales retroceden y por último, la globalización capitalista y el imperialismo se afianzan.
Acabada la Guerra Fría, el capitalismo ha mostrado su cara más feroz, pretendiendo e incluso logrando, hacer retroceder los derechos sociales y laborales. Ha acabado reduciendo de forma importante lo que se llamó el “estado de bienestar”, la protección social y la calidad del empleo.
El desarrollo tecnológico desde 1.870 no ha impedido que se logre la reducción de la jornada laboral desde las 14 horas hasta las 8 horas actuales. Ahora resulta que la mejora tecnológica es el elemento que explica por qué los empresarios exigen a los/as trabajadores/as el aumento de las jornadas, y como esta exigencia empresarial es la panacea para mantener el empleo en los estados europeos y norteamericanos. Pero sobre todo justifica las necesidades de producir más barato pasando ineludiblemente por la disminución o contención de los salarios como en SEAT a cambio de la llegada del nuevo modelo Q3. En Alemania ya hace unos años se aumentó o mantuvo la misma jornada por menos salario. En Francia el capital ha acabado con las 35 horas semanales de jornada laboral.
La amenaza es la misma de siempre: si no se reducen los costes laborales en los salarios, aumentando la jornada laboral, asentando la temporalidad, facilitando el despido o reduciendo los costes sociales; se cierra la empresa que incluso se va a zonas del planeta más pobres donde esos costes son menores.
Muchas veces aún aceptando los/as trabajadores/as estas condiciones, las empresas acaban deslocalizándose.
En el mundo desarrollado dentro de la política de pagar menos impuestos, se recortan las prestaciones por desempleo, se reducen los servicios sociales de atención a los parados y colectivos más marginados o excluidos, o se reducen las inversiones en la sanidad y educación públicas. Todo ello supone un gran benéfico para empresas privadas y mutuas o aseguradoras que se nutren de aquellos ciudadanos/as que pueden pagarse esos servicios privados, teniendo el resto únicamente atención en servicios públicos de menor calidad, que se convierten en servicios claramente asistenciales.
La globalización capitalista y la continua producción buscando incrementar los beneficios hasta el infinito son insostenibles, ya que al empeorar las condiciones de vida y trabajo de los/as trabajadores/as éstos ven afectado su nivel de consumo por el temor a perder e empleo o a no ver claro e futuro. La globalización económica afecta a la explotación y al deterioro sin límite del medioambiente que ha provocado una brusca aceleración del cambio climático, del calentamiento global y la desaparición o deterioro irreversible de los recursos naturales básicos, en un momento en que se deforestan selvas para obtener productos que en lugar de convertirse en alimentos o generar bienes básicos, van a los biocombustibles que provocan más CO2.
El imperialismo de las potencias buscando controlar en exclusiva materias primas y energéticas provocan guerras (Iraq, Afganistán) y confrontaciones que aportan mayor inestabilidad al planeta (Irán). Provocan la resistencia de los sectores radicales de las civilizaciones, culturas y religiones explotadas, y que se manifiestan en luchas no convencionales, atacando indiscriminadamente a los estados ricos y sus aliados. Son el reflejo de su frustración, explotación, dominación y pobreza, sabiendo que en sus estados hay importantes posibilidades de desarrollo al existir importantes recursos naturales y energéticos, pero que no se les permite explotar y gestionar directamente, porque lo hacen las multinacionales de los estados ricos. El ejemplo más evidente es en Latinoamérica en Venezuela, Bolivia, Ecuador o Colombia.
En España y en la U.E. el paro, la desprotección e inseguridad de los/as trabajadores/as se acentúa con la crisis que se está iniciando. Esto se puede ver en: el aumento del paro en los sectores que eran pilares del modelo económico español (construcción y consumo), la caída del empleo indefinido, la extensión delos ERE´s la extensión de las formas de contratación precarias que “dan trabajos basura”, la paulatina caída del poder adquisitivo a cambio de mantener el empleo o por la inflación galopante que se está dando. Se trata de evitar la deslocalización (lo cual no siempre cumplen los empresarios que recurren frecuentemente a ella) o el cierre de factorías de multinacionales. Son un hecho la privatización o deterioro de los servicios sociales públicos de calidad, y la desprotección social y asistencial que llegan a extremos alarmantes.
El gobierno ZP y su talante dicen a los empresarios que no van a recortar la jornada laboral, o de tocar las pensiones, se han olvidado de implantar las 35 horas y aceptan públicamente que hay que trabajar más y producir más barato, ¿para quién?. Si el poder adquisitivo de los/as trabajadores/as y las clases populares baja ¿cómo se mantiene el consumo interior que es uno de los principales motores de nuestro desarrollo económico?
De hecho, ZP plantea otra vez el diálogo social para implantar otra reforma laboral, que como todas sería un retroceso para los/as trabajadores/as si se hace caso la propuesta de los empresarios. Recordamos que han dado dinero a los banqueros que han generado la crisis y ha reducido la fiscalidad a las grandes fortunas.
En lugar de pedir que los productos que se importan vengan de estados que reconozcan y apliquen los derechos humanos y laborales que recogen la ONU y la OIT, se va a lo contrario, a pretender producir más barato recortando derechos y salarios de los/as trabajadores/as que los tienen.
El retroceso del “estado del bienestar” viene siendo un hecho desde que el “peligro stalinista” ha desaparecido del planeta. Quien quiera unos buenos servicios y protección social deberá de pagarlos, porque los servicios públicos serán meramente asistenciales (caritativos), poco financiados y en definitiva con escasos recursos humanos y materiales.
En Burgos, al menos s ha recompuesto la unidad entre UGT y CC.OO. de cara a la manifestación del 1º de Mayo. Y refuerza la lucha de los/as trabajadores/as burgaleses.
Por eso este 1º Mayo para el P.C.E. es claramente reivindicativo.
NO A LOS RETOCESOS LABORALES.
NO A LA DISMINUCIÓN DEL ESTADO DE BIENESTAR.
POR UNA U.E. SOCIAL Y SOLIDARIA.
NO A LA GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA E IMPERIALISTA.
Partido Comunista de Castilla y León.
Agrupación Provincial de Burgos.
Burgos, 28 de abril de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario