La profundidad de la crisis económica ha provocado a su vez la crisis política del régimen de la transición, pero eso no significa que el poder económico haya sufrido pérdida alguna de su poder, más bien al contrario este se ha visto reforzado, por ello una hipotética victoria electoral de Izquierda Unida no va a significar poder alguno para ejecutar una política propia, a lo más que podríamos aspirar sería a gestionar como viene haciendo el PPSOE los recortes. A tal punto ha llegado su crisis que la socialdemocracia no tiene margen de maniobra dentro de la tiranía impuesta por el BCE y la UE y es una opción impracticable.
Por ello la única manera de realizar cualquier política de izquierdas pasa por la ruptura democrática con el actual régimen, cimentada en la fuerza de los movimientos sociales, sólo desde la fuerza y la legitimidad que otorgan tendríamos la capacidad para construir una democracia que rompa nuestro camino imparable al subdesarrollo.
Las mareas y movimientos sociales son la respuesta defensiva organizada de la clase trabajadora a las agresiones del capitalismo financiero que nos están despojando de todos los derechos sociales y laborales adquiridos durante décadas. De ahí la importancia de nuestra implicación en los mismos y el incremento de nuestra presencia, para que estos movimientos pasen de la defensiva a la ofensiva, para seguir acumulando la fuerza social que a la postre permita el cambio de régimen para construir una democracia participativa en la que la ciudadanía sea soberana en la toma de decisiones, tal y como aprobó la Xª Asamblea Federal y de la que todas y todos debemos ser copartícipes y responsables.
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