Tras largo tiempo de movilizaciones desatendidas frente al
modelo de bulevar que privatiza servicios municipales, que endeuda las arcas de
la ciudad, que deja sin aparcamientos públicos a los burgaleses, que
embotellará la circulación debido a sus sólo 2 carriles, etc. han aparecido
altercados que incluyen bloqueos de calles, fogatas, actuaciones policiales
desmedidas y detenidos.
Tachar de autoritarios, por los altercados de algunos, a los
que se oponen al bulevar cuando el
equipo de gobierno no ha hecho ningún esfuerzo por consensuar con la población
burgalesa si el bulevar, tal y como está diseñado responde a las necesidades de
los burgaleses, si se quiere o no, es jugar con el lenguaje.
¿Ha buscado el equipo de gobierno un diálogo? No.
¿Ha tenido en cuenta los errores técnicos de cálculo en
cuanto a atascos, falta de parkings, endeudamiento municipal, etc. que han ido
transmitiendo muchas organizaciones y plataformas? No.
A eso sí se le llama ser autoritario y gobernar de modo
autoritario. Como en los tiempos de las monarquías absolutistas: “Todo para el
pueblo pero sin el pueblo”.
A alguno se le hinchará después la boca hablando de
ciudadanía cuando lo que realmente buscan son súbditos. Es este oxímoron de
democracia autoritaria el que nos aleja de formas democráticas superiores y es éste
también el que provoca frustraciones y disturbios como los vividos en la calle
Vitoria donde cada uno, libremente, se ha manifestado de un modo distinto en las
protestas contra el bulevar. El nexo aglutinador obvio es: No queremos este
bulevar que nos estás decretando. Por
ello, a la vista de los hechos, consideramos que el alcalde D. Francisco Javier
Lacalle Lacalle debe reunirse de urgencia con los agentes sociales para tratar
el tema. No hacerlo es además de prepotente, irresponsable.
Un ciudadano común que observe la falta de escucha del
ayuntamiento ante las manifestaciones pacíficas, las reivindicaciones, las
reuniones de vecinos y las quejas de las plataformas, se cuestiona.
Un ciudadano común que ve la imposibilidad de acuerdos y que
además presagie la posibilidad de que estas obras estén asociadas a algún lucro
personal; no porque éstas lo estén, que ya se verá, sino porque no sería la
primera vez ni la cuarta, se cuestiona.
Un ciudadano común, que se cuestiona y que se observa
ninguneado democráticamente, arde en cólera y frustración, y pese a todo, es a
él y no al equipo de gobierno a quien se achacan los disturbios.
Contextualizando: lógicamente un pueblo de ovejas no crea
disturbios y es sano por eso, para la salud del régimen que nos gobierna, retrotraernos
a leyes educativas que acaban con la filosofía, a leyes de seguridad ciudadana
que restringen el derecho de expresión y a leyes de trabajo que obligan a ser
sumisos por miedo a perder lo poco que aún se tiene.
El bulevar de la calle Vitoria es el bulevar pero es más que eso. Es otro ejemplo de la
política impositiva frente a la política participativa y es necesario no aislar
las luchas cuando éstas tienen una repercusión global
Y en clave de globalidad: con 18.000 desempleados en nuestra
ciudad, ¿es lógico que el dinero de nuestros nietos, el endeudamiento es gordo,
no se destine a más protección social? ¿Acaso logrará este bulevar arreglar, y
no digo parchear, la situación?
El bulevar dará de bien comer a los orondos y las migajas a
los obreros, pero resulta que las migajas y el gran plato vienen de las arcas
municipales; de nuestras arcas municipales.
¿Puede moralmente un ayuntamiento
“de todos” emprender acciones legales contra los detenidos en este contexto?
Exigimos que el ayuntamiento no emprenda acciones legales contra los detenidos
y exigimos, aprovechando nuestra capacidad como grupo municipal, que para
decisiones de calado se consulte a la ciudadanía.
EL PUEBLO GRITA: ¡¡¡¡NO AL BULEVAR!!!!!!
¡¡¡¡TENEMOS QUE PARARLO!!!!
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